Las flores de la tumba y otros relatos
El corazón no es solo la vida palpitante que late dentro de nuestro pecho. También es el receptáculo de todas nuestras emociones, deseos, tristezas y alegrías. No está condicionado a los estereotipos marcados por nuestra civilización, porque no envejece: muy adentro de nuestro pecho, seguimos siendo eternamente jóvenes sin perder las esperanzas y los anhelos, que, a fin de cuentas, son el motor que marca nuestra existencia. Siempre esperamos ser amados, ricos o vengados, porque el paso del tiempo no afecta a nuestros deseos más recónditos, y entonces nos preguntamos ¿por qué hice...