Las escuelas de la sabiduría ancestral
Los primeros atisbos de claridad empezaron a rasgar el frío cielo de la noche arropada en oscuridad, atravesando los luminosos rayos de sol de aquella extensa llanura, devolviendo el color ocre a esta tierra inhóspita, habitada únicamente por pequeños roedores y alimañas que se guarecen durante el día entre los escasos matorrales espinosos. Me levanté rápido al alba, como era mi costumbre, y tras desperezarme realizando algunos movimientos de estiramientos, me preparé para la oración a través de la ablución, el ritual del agua, lavándome cara y manos. Tras esto cerré los ojos e...