Amado Señor

Al escribiente de cartas de Amado Señor la cosa se le desvió. Allí donde planeaba, le confiesa a su destinatario, "armar un universo de ficción" a partir de la primera epístola, "abandonar esta conversación e iniciar otra más indirecta", descubre que no puede dejar de escribir cartas: está cansado de narrar, prefiere el coloquio directo. El escribiente no cree en su interlocutor y se lo advierte, pero su falta de fe lo empuja a un panteísmo del significante: cosa que nombra, cosa a la que le escribe (Amado Escarabajo, Amado Cuchillo, Amado Punto, Amado Cuervo, Amada Nube de...