¿Autor devoto o refinado hipócrita?

En la Nueva España, la fama pública de numerosos eclesiásticos se basaba en su buen desempeño en el púlpito y el confesionario, así como en la publicación de libros religiosos. Dos manuales devotos le valieron a Fernando Martagón su ingreso en la Biblioteca Hispanoamericana Sepetentrional de Beristáin de Souza. En este célebre repertorio, Martagón pasó a la posteridad como un “varón celosísimo de la salud de las almas” por haberse empleado muchos años en la dirección espiritual de hombres y mujeres. Sin embargo, en el Secreto de la Inquisición de México se archivó un...