T. S. Eliot, nacido el 26 de septiembre de 1888 en St. Louis, Misuri, fue un poeta, dramaturgo y crítico literario estadounidense que se convirtió en una de las figuras más influyentes de la literatura del siglo XX. Su legado se caracteriza por su capacidad para fusionar la poesía con la filosofía y la historia, lo que le permitió abordar temas complejos de la experiencia humana y la vida moderna.
Procedente de una familia de ascendencia británica, Eliot asistió a la Washington University en St. Louis y posteriormente se trasladó a Europa, donde continuó su educación en la Universidad de Harvard. Durante su estancia en Harvard, se interesó profundamente por la literatura europea, y en particular por la poesía francesa y alemana. Su viaje a Europa culminó en su llegada a Londres en 1914, justo antes del estallido de la Primera Guerra Mundial.
El primer gran éxito literario de Eliot llegó con la publicación de su poema The Love Song of J. Alfred Prufrock en 1915. Este poema marcó un cambio significativo en la poesía moderna, caracterizado por su uso innovador del verso libre y su exploración de la psique humana. Eliot se convirtió en una voz prominente de la vanguardia literaria con su estilo único, que incorporó elementos del simbolismo y el modernismo, desafiando las formas tradicionales de la poesía.
En 1922, Eliot publicó su obra maestra, The Waste Land, un poema que aborda la desilusión y la alienación de la sociedad de la época posterior a la guerra. Considerado uno de los poemas más importantes del siglo XX, The Waste Land combina diversas referencias culturales, literarias y musicales, creando un mosaico que refleja la complejidad de la experiencia humana. Esta obra consolidó a Eliot como uno de los líderes del movimiento modernista.
Aparte de su poesía, Eliot también exploró el teatro. En 1935, escribió la obra Murder in the Cathedral, que trata sobre el martirio de Thomas Becket, Arzobispo de Canterbury. A través del teatro, Eliot abordó temas de trascendencia y moralidad, lo que lo llevó a recibir un gran reconocimiento por su contribución al drama moderno.
A lo largo de su vida, Eliot recibió numerosos premios y distinciones, incluyendo el Premio Nobel de Literatura en 1948. En su discurso de aceptación, subrayó la importancia de la tradición literaria y la conexión entre el pasado y el presente en la creación artística.
Además de su obra como poeta y dramaturgo, Eliot también fue un crítico literario de renombre. En sus ensayos, abordó temas como la literatura contemporánea y la importancia de la tradición en la creación de nuevas obras. Se convirtió en un defensor de la crítica literaria como una forma de arte que, al igual que la poesía, puede contribuir a la comprensión de la condición humana.
Eliot fue también un pensador religioso y, en 1927, se convirtió al anglicanismo, lo que influyó en gran medida en su obra posterior. La religión y la espiritualidad se convirtieron en temas recurrentes en su poesía, lo que se puede observar en obras como Four Quartets, publicada en 1943. Este ciclo de poemas aborda el tiempo, la fe y la redención, consolidando su enfoque filosófico en la poesía.
El legado de T. S. Eliot sigue siendo relevante en el estudio de la literatura moderna. Su innovación poética y su profundo análisis de la condición humana han dejado una huella indeleble en la literatura, y su obra sigue inspirando a nuevos escritores y lectores en todo el mundo. Eliot falleció el 4 de enero de 1965 en Londres, dejando un legado que continúa resonando en la cultura literaria contemporánea.